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CITROËN 2CV: 75 AÑOS DE UN COCHE POPULAR “MADE IN SPAIN”

CITROËN 2CV: 75 AÑOS DE UN COCHE POPULAR “MADE IN SPAIN”
Martes, 28 de noviembre de 2023

El Citroën 2 CV tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la industria de automoción en España. En 1958, abría sus puertas, en la Zona Franca de Vigo, la fábrica de Citroën Hispania. El primer modelo que salió de las líneas de montaje de “La Citroën” de Vigo fue el 2 CV, en su versión furgoneta. Pronto seguirían su estela los 2 CV turismo.
 

Convertido en todo un mito de la historia del automóvil, el Citroën 2CV prolongó su vida comercial durante más de cuatro décadas, de 1948 a 1990, adaptándose a los cambios sociales y técnicos y pasando de ser un vehículo pensado para motorizar a la población rural a un símbolo de un estilo de vida desenfadado y bohemio.
 

El desarrollo del Citroën 2CV se prolongó durante una década, con una Guerra Mundial por medio. Se probaron todo tipo de materiales, diseños y configuraciones recurriendo a las tecnologías más avanzadas de aquel tiempo. Se hicieron cambios en el proyecto hasta, literalmente, el último minuto.

En 1948, en el Salón del Automóvil de París, se esperaba con expectación la llegada de un nuevo modelo de Citroën. El runrún que venía escuchándose en el mundillo de los periodistas del motor y los aficionados apuntaba hacia un vehículo pequeño y práctico pensado para el campo. Por supuesto, con tracción delantera. Nadie pensaba en grandes alardes técnicos o estéticos.

La sorpresa fue mayúscula cuando Pierre Boulanger, Director General de Citroën y artífice de este nuevo concepto de movilidad, retiró el velo que ocultaba el nuevo modelo ante un público selecto. “Aquí está el coche del futuro”, dijo Boulanger ante una sorprendida audiencia, encabezada por el entonces Presidente de la República Francesa, Vincent Auriol.

El pliego de condiciones era claro y pensado claramente en el mundo rural, aunque algunos de sus puntos podrían valer para los actuales SUV: cuatro ruedas debajo de un paraguas. El TPV, debía ser capaz de transportar un cesto de huevos por un campo sembrado sin que se rompiera ninguno, además de 50 Kg de mercancías. Además, debía ser fácil de conducir por alguien sin experiencia al volante, tener bajos costes de mantenimiento y consumir, como máximo, 3 l/100Km. Por supuesto, pese a su vocación agrícola, debía equipar la joya de la corona de la marca: la tracción delantera.

Pese a su “target” popular, Citroën no reparó en medios para desarrollar este modelo. Se pensaron y probaron toda clase de innovaciones tecnológicas y de diseño. Así, se ensayaron brazos de suspensión de magnesio, puertas circulares, faros inspirados en las luciérnagas. El aligeramiento del vehículo se convirtió en una obsesión: el techo era de tela, las ventanillas de mica y la carrocería de aluminio ondulado. Se rechazaban los prototipos que ofrecían demasiado confort. El único capricho se concedió en la tapicería, en la que se atendió la recomendación de la esposa de Boulanger.

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